Comentario
En lo referente a lo arquitectónico, la variedad en la sinagoga es el elemento predominante, existiendo más influencias locales que cualquier otra tradición. Tampoco existen reglas acerca del tamaño o la forma de una sinagoga, si bien es importante su orientación hacia Jerusalén. La dispersión del mundo judío que impone la Diáspora hace que cada sinagoga muestre influencias diversas, estilos y formas distintos. Otro factor a considerar son las específicas condiciones de vida y culturales de cada comunidad y su relación con las poblaciones vecinas no judías. Así, la comunidad judía puede querer pasar desapercibida, protegerse o bien reafirmarse públicamente, factores todos ellos que influyen de manera lógica y significativa en la configuración arquitectónica de la sinagoga.
En términos generales, las sinagogas primitivas eran discretas, pudiendo estar ocultas en un patio o un callejón. En zonas de población predominante judía sucedía lo contrario, realizándose diseños más llamativos y ambiciosos.
Las sinagogas medievales europeas eran en general modestas en tamaño y apariencia, siguiendo el estilo románico o el gótico. Lugar de reunión para los fieles y sus prácticas religiosas, el número de sinagogas dependía de la importancia de la comunidad judía. En el Toledo medieval llegó a haber diez sinagogas, conservándose todavía las de Santa María la Blanca y el Tránsito. La norma era que en todo lugar en el que hubiese al menos diez familias fuera levantada una sinagoga.
Actualmente, las modernas sinagogas edificadas en occidente se inspiran en diseños y estilos actuales, distinguiéndose en ocasiones por el aire oriental del diseño o por llevar inscripciones en hebreo. En la segunda mitad del siglo XIX se impuso el estilo morisco, que evocaba la edad dorada judía en España y se oponía al gótico, tenido por símbolo del cristianismo. En este estilo destaca la sinagoga de Florencia (1784-82), con reminiscencias de la Alhambra e inspiración en Santa Sofía de Constantinopla.
Después de la Segunda Guerra Mundial el auge constructivo se traslada a Estados Unidos, donde la pujante y acaudalada comunidad judía quiere levantar grandes y suntuosos espacios comunales, edificados de manera atractiva y en lugares de interés. Así ocurre por ejemplo con la sinagoga de Beth Solom, construida por F. Ll. Wright para la comunidad judía de Filadelfia.
Una característica básica de la sinagoga es su carácter fundamental como centro comunitario, integrando no sólo un lugar de culto sino también de reunión, con salas de estudio y de asamblea, así como, en ocasiones, cocinas y bibliotecas. Incluso, más modernamente, se añaden zonas deportivas.